domingo, septiembre 24, 2006

“CUENTOS DE MUJERES SÓLO PARA HOMBRES” de Sofía Toro, un mensaje directo del alma femenina.




Al leer “Cuentos de mujeres sólo para hombres” dos extrañas sensaciones me embargan. Por un lado, percibo una suerte de deslealtad por parte de la autora con su género al relatar, en cuentos de cortísima extensión, tremendas historias propias del íntimo universo femenino. Es así, como hace público relatos de vida agónicos, desgarradores que en muchos de los casos la propia imposibilidad de divulgarlos, otorga un mínimo de reposo. En otro sentido, constato que la carga que significa guardar en lo profundo del alma las penurias, humillaciones, marginaciones y maltratos (físico y sicológico) que gran número de mujeres han sufrido y sufren de manera reiterada y silente, necesita, de una u otra forma, liberarse y es probable que a través de cuentos, que plasman esta realidad en forma descarnada y directa, algo de ésta emancipación se logre. Creo que bajo esta lógica, Sofía Toro pone énfasis en las experiencias propias de la mujer latinoamericana, las que plasma en historias que reflejan un gran abanico de realidades en la región. A pesar de lo anterior, sobresale un hilo conductor que se desprende del esfuerzo de estas mujeres para tratar de sobrellevar las enormes dificultades cotidianas.

Estos cuentos dedicados con algo de nostalgia, ira y amor a mi género no han sido escritos con eufemismos o bordeando cínicamente la intención propia de la autora, sino más bien, tienen una clara prosa que no acepta ambigüedades, aún así lo poético aflora. Son ocho los relatos que nos transportan (como diría una amiga) “cuesta adentro” del alma de la mujer latinoamericana. En “La coronela” se nos presenta el tormento interno que sufre una “sobresaliente” torturadora que busca la redención, la que obtiene en principio trágicamente, pero finalmente a través de un mágico renacer que espera una mejor elección de vida. En “Nube” una discriminada indígena ecuatoriana, inserta en la urbe, casada con un hombre despreciable, opta por salvar la vida de la única persona que la ha tratado humanamente, vida que ella misma y casi inconscientemente, había puesto en peligro por medio de la brujería. Los sueños propios de una mujer que vivió intensamente la década de los sesentas y el aplastamiento de ellos en el decenio siguiente, enfrenta esas viejas utopías con la sociedad neoliberal individualista del Santiago actual en “Angélica cuando te nombro”. Seguramente “Aquella lluvia de papel” es el mensaje más directo para los hombres que no comprendemos el sufrimiento cotidiano de la esforzada mujer en nuestro hogar y el tedio que ello significa, incomprensión acompañada de una descarada indiferencia “Fue y fueron las carreras del baño al lavaplatos y al lavatorio y a bañarme y a cocinar y a lavar... Cuando el cansancio físico nos hace infelices, el alma se nos va escapando por los ojos, por las manos, por las yemas de los dedos...Es allí donde duele al alma, herida con el jabón barato y el sucio de los platos”. El amor perdido por las circunstancias propias de la época del setenta afecta a una exiliada chilena que se enfrenta con sus recuerdos en un viaje en plenos años noventa a nuestro país, fantasma que solo ahuyenta el fruto de ese amor: su hijo, es el relato contenido en “La respuesta”. El dramático proceso que significa optar por el aborto y el inmediato momento posterior nos es descrito con maestría y en pocas páginas en “Una estrella para Silvia”, en este cuento la protagonista que sufre este trance recibe un hermoso consuelo: “Mira esa estrella pequeñita allá lejos. Pienso que se te parece... mírala...verás la sonrisa del hijo que tendrás el día de mañana, un hijo del amor” . El inmenso mundo de la magia propio de nuestra región y su influencia en nuestra mujer se revisa en “Vaticinio”. “Ecce Hommo” es el cuento que cierra la serie y nos enfrenta nuevamente con los traumas del exilio y la muerte, el relato que utiliza reminiscencias bíblicas, otra vez otorga importancia a la figura del hijo.

“Cuentos de mujeres sólo para hombres” es el diario de vida que no queremos leer y que la gruesa y raída venda que significa la tradición machista propia de nuestras sociedades latinoamericanas no quiere que hojeemos. Este diario es un acicate, una sacudida a nuestra inmovilidad y desidia ante las terribles injusticias que Sofía Toro relata de manera desgarrada y casi biográfica.


Ficha: Sofía Toro: “Cuentos de mujeres sólo para hombres”. Ril editores. Santiago 2003, 87 páginas.



Freddy

domingo, septiembre 10, 2006

DESDE LA DERROTA Y EL TRIUNFO: Dos obras, dos miradas sobre el mismo desgraciado contexto.





Interesante fecha para dedicarla a la reflexión y la lectura. Si bien, el 11 de septiembre y su significación (bien tratada por Roberto en el “ahoratodos…”) ya no tiene esa disociación de criterios como antaño, las evidencias señalan lo nefasto de su legado en Chile, de todas maneras podemos revisitar a través de la literatura dos visiones opuestas respecto del contexto. No voy a profundizar en dos obras tan archiconocidas solo va mi recomendación.
En “Cuentos en Dictadura”, tenemos la visión de los perdedores reflejada en 27 cuentos que plasman la persecución, el miedo la tortura y todo lo nefasto que significó la implantación de la dictadura en nuestro país. Si bien, hay cuentos que tienen cierta debilidad estilística quizás emanada de lo propagandística de ciertas motivaciones al momento de escribir, encontramos por lo menos 10 cuentos de gran nivel en esta recopilación. Es importante señalar que escriben Ariel Dorfman, Ramón Díaz Eterovic, Poli Délano, Ana María del Río, Hernán Ribera Letelier, Luis Sepúlveda y nuestro nuevo Premio Nacional José Miguel Varas, entre otros. El formato de cuento corto hace más amble la lectura, en contraste con la tremenda carga emocional del contenido de las obras, dicotomía que hace aún más interesante su visita.
“Las películas de mi vida” es el “lujito” que se dio Alberto Fuguet para presentarnos su afición por el cine. Esta novela relata la vida de un chico, hijo de autoexiliados de derecha en tiempos de Allende cuya infancia transcurre en EE.UU. Y que una vez derrocado el presidente de izquierda es desarraigado en una vuelta a Chile que nunca deseó, realidad que junto con su situación familiar, lo hace buscar en el mundo del cine su escape y refugio (hay algo de autobiográfico). Si bien ese es el nudo argumental, Fuguet presenta de manera ágil y vivencial el contexto de dictadura desde la realidad de los vencedores, ganancia no reflejada en su vida privada. Se lee fácil.

Ficha: Ramón Díaz E. / Diego Muñoz V.(compiladores):"Cuentos en Dictadura". Ed. Lom, Santiago, 2003, 216 p.

Alberto Fuguet: "Las películas de mi vida". Ed. Alfaguara, Santiago, 2003, 386 p.


Freddy

miércoles, septiembre 06, 2006

La Naranja Mecánica de Anthony Burgess: la violencia retratada en una bolche novela.






Esta obra, en que el tema de la violencia presenta diversas posibilidades de análisis, nos enrostra nuestra propia disociación amor-odio.

- ¿Y ahora que pasa, eh?. Hace poco la película basada en “La Naranja Mecánica” de Anthony Burgess fue transmitida en televisión abierta. Un alumno la vio y me pregunto mi opinión respecto a ella (no voy a ahondar en mi respuesta), dicha interpelación me hizo revisitar una vieja opinión respecto de esta obra literaria.


- ¿Y ahora que pasa, eh?. Considerando que la violencia, generalmente, posee una connotación negativa (especialmente en una sociedad como la chilena, cuyo impacto mediático es diario), curioso resulta el análisis de “La naranja mecánica” de Anthony Burgess, obra que, en principio, la exalta estéticamente. La historia del joven-nadsat Alex de una u otra forma la hemos incorporado a nuestro imaginario, ya sea a través de la lectura o a través de la puesta en escena de Stanley Kubrick (que en gran medida terminó frustrando a Burgess por la mayor repercusión que tuvo en detrimento de su novela), historia que para algunos es el icono de una “apología a la violencia”.

- ¿Y ahora que pasa, eh?. “La naranja mecánica” relata la historia de Alex, un adolescente (“nadsat”) que a su corta edad (aproximadamente dieciséis) y con su grupo de amigos (drugos) gustan de la violencia como norte a seguir, manifestándose en salidas nocturnas en que la mezcla de vértigo, drogas, sexo y peleas (ultraviolencia) son la tónica. Pero Alex además mezcla esas conductas con un amor sincero por la música clásica (Mozart, Bach y sobre todo el gran Beethoven) y por el lenguaje (nadsat, mezcla de inglés con algunas palabras de raíz rusa), lo que le entrega una particular forma de enfrentar su vida personal, familiar y social. A raíz de una salida es detenido y sometido a un experimento que lo castra sicológicamente para el ejercicio de cualquier conducta violenta, momento en que su naturaleza humana se ve truncada y entregada a una sociedad no preparada para ello, sino más bien para la venganza. Finalmente su humanidad vuelve (me refiero a su naturaleza violenta) y se enfrenta al problema de su propia madurez, proceso fisiológico que termina aceptando y entregándole paz.

- ¿Y ahora que pasa, eh?. Veamos algunas claves para entender esta novela. Primero: la crítica a las medidas represivas de las sociedades modernas, la rehabilitación real y la inserción social de un delincuente no son prioridades, por último, antes de rehabilitar dichas “soluciones” pretenden deshumanizar a los delincuentes transformándolos en objetos de relojería (¿Burgess habrá leído a Folcault?). En segundo lugar el manejo político propagandístico del problema de la violencia es descarnadamente presentado, desde todas las posiciones se presenta a Alex como consecuencia del manejo de la otra (en Chile desde principios de los 90s el tema es suculento). Tercero: Interesante es el tema de género, curiosamente en la novela las mujeres son en su totalidad víctimas, no tienen cabida en la acción o manifestación de la violencia, sino más bien son su blanco. El tema de la familia también es una clave, claramente lo timorata de la conducta de los padres de Alex puede ser la causa de sus conductas, o mínimo las fomenta.

- ¿Y ahora que pasa, eh?. Es interesante contrastar dos miradas respecto del mismo tema como son la de Kubrick y Burgess. El primero representa la novela cercenando el capítulo veintiuno escrito por el segundo, presentando a Alex como sanado del experimento del Ludovico cuando vuelve a tomar la violencia como su camino a recorrer, la película termina con el sueño de nuestro pequeño nadsat en que realiza el viejo "uno dos - uno dos" (sexo) con violencia a una muchacha y señala: “Sí, yo estaba curado”. De esta manera el director plantea que la naturaleza del ser humano es esencialmente violenta y finalmente no podemos luchar contra eso. En el caso de Burgess, la mirada es distinta, nos presenta un amor juvenil a la violencia, como parte del crecimiento propio del humano, pero que de una u otra forma termina acotándose al momento en que la madurez, el proceso que debería ser propio de un devenir sano de la condición de nuestra especie, llega. En el caso de Alex, comienza a sentir estímulos absolutamente novedosos (gatillados por el encuentro con un ex -drugo), casarse, formar una familia y vivir tranquilamente pasan a ser el nuevo norte al que nuestro protagonista quiere apuntar. Todo relatado en el capítulo “veintiuno”, cuyo número sería símbolo de la edad en que asumiríamos todos nuestros derechos y deberes. En este caso termina la disociación permanente de nuestro protagonista entre los polos de amor y odio, siendo por último la posibilidad de la elección equilibrada la que termina entregándole la esperanza de una vida tranquila y feliz.

- ¿Y ahora que pasa, eh?. La naranja mecánica es una novela que perturba, existen numerosos enfoques desde donde analizarla, finalmente la dicotomía: obra “transgresora - moralizante” es la que más me complica.

Freddy