jueves, noviembre 16, 2006

LA IGNOMINIA Y SU IMPUNIDAD SEGÚN FEDOR DOSTOIEVSKY (“HUMILLADOS Y OFENDIDOS”).


"El término de año y el stress propio de él me impiden presentar una crítica original, asi que confianzudamente sigo parasitando de mis antiguos comentarios publicados en la extinta revista Tambor. A la espera de escribir sobre Fresán o Palahniuk, veamos algo de Dostoievsky"

He de confesar que siempre han sido de mi gusto, las novelas que representan la miseria humana de distintas maneras y en diversas épocas. Es así como los conflictos emocionales, sicológicos e, incluso, económicos que sufren las personas y las sociedades, producen en mi un morboso placer, ya que de alguna forma interpretan algo de la angustia, desarraigo, frustraciones, humillaciones y otras desventuras que muchos, seguramente, hemos sentido en algún momento.
Asimismo, los personajes que son pisoteados por el peso de un sino, de una política general, de la sociedad o simplemente, por la infamia residente en el alma de un particular, y que logran sobreponerse a tan nefasto designio, claramente han merecido mis loas. De tal forma, sé a que atenerme al leer una obra cuyo tópico sea el mencionado, o mejor dicho lo sé hasta que me enfrento a Fedor Dostoievsky y, especialmente, a su “Humillados y ofendidos”.
En ésta (la primera gran novela de Dostoievsky) Vania, un promisorio escritor, se ve en medio de una tormenta, cuyas fuerzas primigenias residen en la humillación e ignominia que sufre su padre adoptivo, Nikolai, en manos del químicamente maligno príncipe Valkovski quién lo demanda y estafa. Además el hijo de este último (Alioscha un perfecto timorato) roba el amor de la hija de Nikolai: Natascha, quién, junto con sufrir a causa de la confusión sentimental de su amado y la negativa del príncipe a esa adhesión, es la adoración de Vania. El joven escritor se enfrenta ardorosamente a estas fuerzas negativas con un empuje que conmueve, pero que a pesar de todo parece no bastar.
En este torbellino de personajes y situaciones que marea y asquea, Dostoievsky plasma las pasiones más bajas del ser humano, que no parecen tener contrapeso, y lo mejor (como el orgullo bien llevado y la defensa del honor) que penosamente no terminan redimiendo todo el mal causado.
Dostoievsky nos enrostra la mentira que envuelven las novelas cotidianas heroicas cuyos finales de una u otra forma terminan confortando al lector con la vana esperanza de un mundo mejor. La justicia como valor en Dostoievsky es restringida, la ganancia se presenta difusa por la cadena de desgracias precedentes. De esta forma, Vania ejemplifica el héroe en su máxima expresión, sufrimiento extremo versus logros difusos, pierde en todo: amor, dinero, honor, etc. y el consuelo ni siquiera significa la justicia común, sino que su ganancia es el bálsamo de la tranquilidad final que otorga la tarea cumplida (lucha) con lo que hay que confortarse.
Dostoievsky, jugando con situaciones que pueden ser cotidianas, para provocar más impacto, añade casualidades infaustas a la novela como el encuentro de Vania con Nelly (huérfana cuya madre fue abandonada por Valkovsky) a quién protege, quiere y que termina acabada por el peso de las penalidades sufridas por el entorno y ella misma. La frustración a estas alturas es máxima.
Da miedo pensar que situaciones cotidianas muchas veces nos entregan realidades tan patéticas que sacan a relucir la valentía de seres humanos “notables” que no son retribuidos en su justa medida por las penalidades sufridas. Es aquí donde con mayor ímpetu recomiendo a Dostoievsky, él nos dice fundamentadamente: puede ser peor.

Freddy
Ficha: Fedor Dostoievsky: “Humillados y ofendidos”, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1996, 493 pp.

domingo, septiembre 24, 2006

“CUENTOS DE MUJERES SÓLO PARA HOMBRES” de Sofía Toro, un mensaje directo del alma femenina.




Al leer “Cuentos de mujeres sólo para hombres” dos extrañas sensaciones me embargan. Por un lado, percibo una suerte de deslealtad por parte de la autora con su género al relatar, en cuentos de cortísima extensión, tremendas historias propias del íntimo universo femenino. Es así, como hace público relatos de vida agónicos, desgarradores que en muchos de los casos la propia imposibilidad de divulgarlos, otorga un mínimo de reposo. En otro sentido, constato que la carga que significa guardar en lo profundo del alma las penurias, humillaciones, marginaciones y maltratos (físico y sicológico) que gran número de mujeres han sufrido y sufren de manera reiterada y silente, necesita, de una u otra forma, liberarse y es probable que a través de cuentos, que plasman esta realidad en forma descarnada y directa, algo de ésta emancipación se logre. Creo que bajo esta lógica, Sofía Toro pone énfasis en las experiencias propias de la mujer latinoamericana, las que plasma en historias que reflejan un gran abanico de realidades en la región. A pesar de lo anterior, sobresale un hilo conductor que se desprende del esfuerzo de estas mujeres para tratar de sobrellevar las enormes dificultades cotidianas.

Estos cuentos dedicados con algo de nostalgia, ira y amor a mi género no han sido escritos con eufemismos o bordeando cínicamente la intención propia de la autora, sino más bien, tienen una clara prosa que no acepta ambigüedades, aún así lo poético aflora. Son ocho los relatos que nos transportan (como diría una amiga) “cuesta adentro” del alma de la mujer latinoamericana. En “La coronela” se nos presenta el tormento interno que sufre una “sobresaliente” torturadora que busca la redención, la que obtiene en principio trágicamente, pero finalmente a través de un mágico renacer que espera una mejor elección de vida. En “Nube” una discriminada indígena ecuatoriana, inserta en la urbe, casada con un hombre despreciable, opta por salvar la vida de la única persona que la ha tratado humanamente, vida que ella misma y casi inconscientemente, había puesto en peligro por medio de la brujería. Los sueños propios de una mujer que vivió intensamente la década de los sesentas y el aplastamiento de ellos en el decenio siguiente, enfrenta esas viejas utopías con la sociedad neoliberal individualista del Santiago actual en “Angélica cuando te nombro”. Seguramente “Aquella lluvia de papel” es el mensaje más directo para los hombres que no comprendemos el sufrimiento cotidiano de la esforzada mujer en nuestro hogar y el tedio que ello significa, incomprensión acompañada de una descarada indiferencia “Fue y fueron las carreras del baño al lavaplatos y al lavatorio y a bañarme y a cocinar y a lavar... Cuando el cansancio físico nos hace infelices, el alma se nos va escapando por los ojos, por las manos, por las yemas de los dedos...Es allí donde duele al alma, herida con el jabón barato y el sucio de los platos”. El amor perdido por las circunstancias propias de la época del setenta afecta a una exiliada chilena que se enfrenta con sus recuerdos en un viaje en plenos años noventa a nuestro país, fantasma que solo ahuyenta el fruto de ese amor: su hijo, es el relato contenido en “La respuesta”. El dramático proceso que significa optar por el aborto y el inmediato momento posterior nos es descrito con maestría y en pocas páginas en “Una estrella para Silvia”, en este cuento la protagonista que sufre este trance recibe un hermoso consuelo: “Mira esa estrella pequeñita allá lejos. Pienso que se te parece... mírala...verás la sonrisa del hijo que tendrás el día de mañana, un hijo del amor” . El inmenso mundo de la magia propio de nuestra región y su influencia en nuestra mujer se revisa en “Vaticinio”. “Ecce Hommo” es el cuento que cierra la serie y nos enfrenta nuevamente con los traumas del exilio y la muerte, el relato que utiliza reminiscencias bíblicas, otra vez otorga importancia a la figura del hijo.

“Cuentos de mujeres sólo para hombres” es el diario de vida que no queremos leer y que la gruesa y raída venda que significa la tradición machista propia de nuestras sociedades latinoamericanas no quiere que hojeemos. Este diario es un acicate, una sacudida a nuestra inmovilidad y desidia ante las terribles injusticias que Sofía Toro relata de manera desgarrada y casi biográfica.


Ficha: Sofía Toro: “Cuentos de mujeres sólo para hombres”. Ril editores. Santiago 2003, 87 páginas.



Freddy

domingo, septiembre 10, 2006

DESDE LA DERROTA Y EL TRIUNFO: Dos obras, dos miradas sobre el mismo desgraciado contexto.





Interesante fecha para dedicarla a la reflexión y la lectura. Si bien, el 11 de septiembre y su significación (bien tratada por Roberto en el “ahoratodos…”) ya no tiene esa disociación de criterios como antaño, las evidencias señalan lo nefasto de su legado en Chile, de todas maneras podemos revisitar a través de la literatura dos visiones opuestas respecto del contexto. No voy a profundizar en dos obras tan archiconocidas solo va mi recomendación.
En “Cuentos en Dictadura”, tenemos la visión de los perdedores reflejada en 27 cuentos que plasman la persecución, el miedo la tortura y todo lo nefasto que significó la implantación de la dictadura en nuestro país. Si bien, hay cuentos que tienen cierta debilidad estilística quizás emanada de lo propagandística de ciertas motivaciones al momento de escribir, encontramos por lo menos 10 cuentos de gran nivel en esta recopilación. Es importante señalar que escriben Ariel Dorfman, Ramón Díaz Eterovic, Poli Délano, Ana María del Río, Hernán Ribera Letelier, Luis Sepúlveda y nuestro nuevo Premio Nacional José Miguel Varas, entre otros. El formato de cuento corto hace más amble la lectura, en contraste con la tremenda carga emocional del contenido de las obras, dicotomía que hace aún más interesante su visita.
“Las películas de mi vida” es el “lujito” que se dio Alberto Fuguet para presentarnos su afición por el cine. Esta novela relata la vida de un chico, hijo de autoexiliados de derecha en tiempos de Allende cuya infancia transcurre en EE.UU. Y que una vez derrocado el presidente de izquierda es desarraigado en una vuelta a Chile que nunca deseó, realidad que junto con su situación familiar, lo hace buscar en el mundo del cine su escape y refugio (hay algo de autobiográfico). Si bien ese es el nudo argumental, Fuguet presenta de manera ágil y vivencial el contexto de dictadura desde la realidad de los vencedores, ganancia no reflejada en su vida privada. Se lee fácil.

Ficha: Ramón Díaz E. / Diego Muñoz V.(compiladores):"Cuentos en Dictadura". Ed. Lom, Santiago, 2003, 216 p.

Alberto Fuguet: "Las películas de mi vida". Ed. Alfaguara, Santiago, 2003, 386 p.


Freddy

miércoles, septiembre 06, 2006

La Naranja Mecánica de Anthony Burgess: la violencia retratada en una bolche novela.






Esta obra, en que el tema de la violencia presenta diversas posibilidades de análisis, nos enrostra nuestra propia disociación amor-odio.

- ¿Y ahora que pasa, eh?. Hace poco la película basada en “La Naranja Mecánica” de Anthony Burgess fue transmitida en televisión abierta. Un alumno la vio y me pregunto mi opinión respecto a ella (no voy a ahondar en mi respuesta), dicha interpelación me hizo revisitar una vieja opinión respecto de esta obra literaria.


- ¿Y ahora que pasa, eh?. Considerando que la violencia, generalmente, posee una connotación negativa (especialmente en una sociedad como la chilena, cuyo impacto mediático es diario), curioso resulta el análisis de “La naranja mecánica” de Anthony Burgess, obra que, en principio, la exalta estéticamente. La historia del joven-nadsat Alex de una u otra forma la hemos incorporado a nuestro imaginario, ya sea a través de la lectura o a través de la puesta en escena de Stanley Kubrick (que en gran medida terminó frustrando a Burgess por la mayor repercusión que tuvo en detrimento de su novela), historia que para algunos es el icono de una “apología a la violencia”.

- ¿Y ahora que pasa, eh?. “La naranja mecánica” relata la historia de Alex, un adolescente (“nadsat”) que a su corta edad (aproximadamente dieciséis) y con su grupo de amigos (drugos) gustan de la violencia como norte a seguir, manifestándose en salidas nocturnas en que la mezcla de vértigo, drogas, sexo y peleas (ultraviolencia) son la tónica. Pero Alex además mezcla esas conductas con un amor sincero por la música clásica (Mozart, Bach y sobre todo el gran Beethoven) y por el lenguaje (nadsat, mezcla de inglés con algunas palabras de raíz rusa), lo que le entrega una particular forma de enfrentar su vida personal, familiar y social. A raíz de una salida es detenido y sometido a un experimento que lo castra sicológicamente para el ejercicio de cualquier conducta violenta, momento en que su naturaleza humana se ve truncada y entregada a una sociedad no preparada para ello, sino más bien para la venganza. Finalmente su humanidad vuelve (me refiero a su naturaleza violenta) y se enfrenta al problema de su propia madurez, proceso fisiológico que termina aceptando y entregándole paz.

- ¿Y ahora que pasa, eh?. Veamos algunas claves para entender esta novela. Primero: la crítica a las medidas represivas de las sociedades modernas, la rehabilitación real y la inserción social de un delincuente no son prioridades, por último, antes de rehabilitar dichas “soluciones” pretenden deshumanizar a los delincuentes transformándolos en objetos de relojería (¿Burgess habrá leído a Folcault?). En segundo lugar el manejo político propagandístico del problema de la violencia es descarnadamente presentado, desde todas las posiciones se presenta a Alex como consecuencia del manejo de la otra (en Chile desde principios de los 90s el tema es suculento). Tercero: Interesante es el tema de género, curiosamente en la novela las mujeres son en su totalidad víctimas, no tienen cabida en la acción o manifestación de la violencia, sino más bien son su blanco. El tema de la familia también es una clave, claramente lo timorata de la conducta de los padres de Alex puede ser la causa de sus conductas, o mínimo las fomenta.

- ¿Y ahora que pasa, eh?. Es interesante contrastar dos miradas respecto del mismo tema como son la de Kubrick y Burgess. El primero representa la novela cercenando el capítulo veintiuno escrito por el segundo, presentando a Alex como sanado del experimento del Ludovico cuando vuelve a tomar la violencia como su camino a recorrer, la película termina con el sueño de nuestro pequeño nadsat en que realiza el viejo "uno dos - uno dos" (sexo) con violencia a una muchacha y señala: “Sí, yo estaba curado”. De esta manera el director plantea que la naturaleza del ser humano es esencialmente violenta y finalmente no podemos luchar contra eso. En el caso de Burgess, la mirada es distinta, nos presenta un amor juvenil a la violencia, como parte del crecimiento propio del humano, pero que de una u otra forma termina acotándose al momento en que la madurez, el proceso que debería ser propio de un devenir sano de la condición de nuestra especie, llega. En el caso de Alex, comienza a sentir estímulos absolutamente novedosos (gatillados por el encuentro con un ex -drugo), casarse, formar una familia y vivir tranquilamente pasan a ser el nuevo norte al que nuestro protagonista quiere apuntar. Todo relatado en el capítulo “veintiuno”, cuyo número sería símbolo de la edad en que asumiríamos todos nuestros derechos y deberes. En este caso termina la disociación permanente de nuestro protagonista entre los polos de amor y odio, siendo por último la posibilidad de la elección equilibrada la que termina entregándole la esperanza de una vida tranquila y feliz.

- ¿Y ahora que pasa, eh?. La naranja mecánica es una novela que perturba, existen numerosos enfoques desde donde analizarla, finalmente la dicotomía: obra “transgresora - moralizante” es la que más me complica.

Freddy

miércoles, agosto 30, 2006

EL DINOSAURIO DE MONTERROSO

CUANDO DESPERTÓ, EL DINOSAURIO TODAVÍA ESTABA ALLÍ

Augusto Monterroso

Es Augusto Monterroso uno de los personajes de la literatura mundial, que me ha intrigado sobremanera. Debo confesarlo ya, soy un adicto al cuento. Este vicio, me llevó a leer a este autor destacado por sus “cuentos brevísimos” y a quedar entrampado en la búsqueda de interpretar uno de ellos.
Es “El Dinosaurio” el cuento que me descoloca emocional e intelectualmente. Siete palabras lo transforman en el cuento más breve de la literatura universal, pero que ha significado innumerables estudios, comentarios, cuentos respecto de dicho cuento y tesis alrededor del mundo. Por mucho tiempo me imaginé que se refería a una mirada introspectiva que sondeaba los miedos propios del ser humano, un relato que da cuenta de cómo los temores primigenios son inmutables, pesadillescos y encarnados aún en el espíritu más fuerte. Que intenta sacudírselos, pero de una u otra forma vuelven: “over and over again”. Como aquellas canciones del Silvio de antaño, en que el suplicio de la lucha constante es patente en “Sueño con serpientes” o la “Fábula de los tres hermanos”. Esa lucha propia de las románticas almas modernas de las décadas posteriores a la segunda mitad del siglo XX.
A pesar de mis limitadas o extendidas reflexiones (eso lo dejo a criterio de cada quien), sentía que no me satisfacía mis explicaciones y realicé la acción desesperada de quien posee una escasa capacidad de vuelo intelectual, indagué en la biografía del autor, y ahí el inexorable contexto me dio una respuesta.
Si bien Augusto Monterroso nace en Honduras, es en Guatemala donde vive gran parte de su vida, de donde tiene que huir en la década de los cuarenta, como decía una pequeña reseña que leí “por motivos políticos”, ¿cuales serían?: lógico, la intervención espantosa y mundialmente condenada de EE.UU. en ese país. De ahí en adelante el cuento se transformó en una tortura para mí. El Dinosaurio es eterno y, así como están las cosas, las sufriremos nosotros, nuestros hijos, nietos… etc.
Es verdad… despierto y todavía está allí.
Freddy
PD: Si quieren más cuentos de Monterroso pueden escribir a inviernodenuestrodesconsuelo@gmail.com.

lunes, agosto 14, 2006

Raymond Carver: face to face a la vida cotidiana



Se cumplen treinta años desde que Raymond Carver escribiera “¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?. La monumental obra en cuanto a su valor, fue una clase magistral de cómo escribir un cuento corto, moderno y potente. Aquí reproduzco un artículo que me tocó escribir el año pasado para la ya desaparecida revista Tambor. Mi muy pequeño homenaje.

Al leer a Chéjov, nos damos cuenta del talento que el autor ruso tenía para plasmar en relatos de breve extensión, las tremendas miserias y anécdotas que la sociedad rusa del siglo XIX vivió de forma cotidiana y descarnada. Raymond Carver supo reconocer las virtudes del novelista, cuentista y dramaturgo ruso, y eso se nota al leer su “¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?”. Esta admiración salta a la vista por la maestría con que las alienaciones y patologías propias de la cotidianeidad, son descritas en sus cuentos cortos, verdaderas fotografías de una sociedad tan llena de injusticias, contradicciones y problemas psicosociales, como la de Estados Unidos.
En esta entrega de Carver, encontramos sugerentes veintidós cuentos que representan instantes únicos y perfectamente reconocibles por su ambientación y personajes. La ficción se nos muestra tremendamente cercana y palpable, pero con un ingrediente nefasto: los relatos transcurren siempre con la sensación de que algo huele mal, está a punto de fracasar o de golpear nuestra precaria inercia.
En “Vecinos”, la rutinaria vida de una pareja se estremece por la patética novedad que encuentra el marido, al enterarse de la usurpación del espacio y pertenencias de sus compañeros de edificio, quienes les han encomendado custodiar la casa y alimentar al gato durante sus vacaciones. Al final, sentirán la angustia al comprobar que viven una fantasía, una alteridad pasajera, cuestión que pagarán posteriormente, incluso con la vergüenza. En “El padre”, nos encontramos con una historia llena de sarcasmo, que nos presentala decadente transformación de un ser humano, todo descrito por medio de una prosa notoriamente kafkiana (otra de sus influencias). La doble moralidad que ayuda a la evasión de los problemas propios de una pareja voyerista, es expuesta en “¡Habráse visto...!”; así como “Escuela nocturna” trata la vergonzosa y deprimente vida de un hombre separado. La incapacidad de las personas de relacionarse a escala verbal y afectiva en un mundo posmoderno, se pone de manifiesto en “Póngase usteden mi lugar”, mientras en “¿Por qué, cariño?”, el autor muestra la paranoia producida por una enfermiza relación madre-hijo.
Los conflictos en las relaciones de pareja, los traduce en una comedia negra titulada “Señales”; el escape de un niño de su realidad familiar, con su aventurero paseo -marcado por la lucha contra un horrible pez, acto triunfal y heroico finalmente truncado por la incomprensión e histeria de sus progenitores-, constituye la trama de “Nadie decía nada”; y el tremendo vacío en la vida conyugal de una pareja, que se da cuenta de su triste condición en un día y momento cualquiera, es el tema central de “Los patos”. Flashes de la genialidad que Carver imprimió en cada relato de su ópera prima.
La mirada del autor es inmensamente pesimista. Su corta vida (de sólo 49 años), marcada por una dura infancia -debido a la pobreza de su familia, en plena reconstrucción económica post-guerra- y una madurez en la que sostuvo una lucha constante contra el alcoholismo y el cáncer que terminó venciéndolo, le sirvió para reconocer y denunciar la basura que se hallaba escondida bajo la alfombra de la rutinaria vida común estadounidense. Ésta fue sacudida violentamente a través del recurso del relato corto, en una de sus cuatro únicas obras en vida (“De qué hablamos cuando hablamos de amor”, “Catedral” y “Tres rosas amarillas” se suman a este libro que fue construyendo a lo largo de quince años, marcados por constantes creaciones y correcciones) lo que transforma a Carver, según Roberto Bolaño, en un imprescindible.
En las doce reglas a seguir, que presenta el escritor chileno para ser un buen cuentista, señala en la undécima: “Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver; uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo”. Claramente se refiere al discípulo.

FICHA:
Raymond Carver. “¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?”.
Compactos Anagrama, Barcelona, 2003. 235 páginas.
Freddy

domingo, marzo 26, 2006

“DÍAS EN GARDEN STATE” DE RICK MOODY: UNA CERTERA RADIOGRAFÍA A LA INDOLENCIA, ENAJENACIÓN Y SOLEDAD DE UNA GENERACIÓN ESTADOUNIDENSE.


La sociedad chilena, recién terminada la dictadura, transitó por los estados de esperanza y decepción al ver que la máxima de “la alegría” que venía (que quizás por la misma generalidad y ambigüedad de su significado) no se plasmó en nuestro espíritu todo lo que soñamos. A este respecto, uno de los segmentos más golpeados por ésta realidad concreta fue el juvenil, cuya desazón, apoliticismo, desidia, etc. fue objeto de discusión, crítica o, incluso, justificaciones que, en general, no trataron el tema con la total profundidad que ameritaba a excepción de algunos notables, pero contados, casos. No soy el encargado de formular el acertado diagnóstico de la época, pero debo hacer patente que la falta, primero, de testimonios experienciales de los jóvenes de la época fue una de las causas del anémico esfuerzo por radiografiar especialmente la realidad de los 90’s en nuestro país.
Lo anterior lo reflexiono a la vez que me acuerdo de “Días en Garden State” de Rick Moody, obra cuya data de nacimiento se remonta, en EE.UU., hacia 1992. En este testimonio Moody realiza una verdadera vivisección a la juventud de la época en su país (Garden State es el seudónimo para referirse al estado de Nueva Jersey), mostrando descarnadamente el abundante cúmulo de patologías sicosociales de que era presa la generación de la que el autor se sentía perteneciente. Realiza un testimonio personal de la abulia, adicciones, desesperanzas, etc. que son el resultado de una realidad impersonal, cruda, posmoderna (en su peor sentido) con una certera prosa, que nos traslada de escenarios y nos cambia personajes con una suerte de mezcla entre vértigo y cansancio (¿drogas y alcohol versus desesperanza?) cuya contradicción, en sí, no exaspera ni cansa. De esta manera, un grupo de jóvenes que vive en “Garden...” ve acercarse el futuro y los desafíos propios de la “madurez” con una incertidumbre y desidia a los que sus años de “irresponsabilidad” no los habían preparado, en ese sentido se encuentran en un limbo cuya máxima es lo cambiante del mundo que los rodea y lo inmóvil que es su existencia en la periferia de esos cambios. Pero poco a poco empiezan a entender que tienen un papel en la obra y empiezan a enfrentar los conceptos “elección y decisión”, de manera inédita para ellos, en los cuales la ayuda de la música, el alcohol, las drogas o el sexo y sus consiguientes procesos de alienación, es nula.Moody tuvo un éxito inmediato con su novela a la que posteriormente incorporó un prólogo (en 1997) en que manifiesta como el vértigo, lo patético y heroico de su protagonista: Lane, fueron características que representaron en cierta forma su propia experiencia que se expresaron en su propio alcoholismo (de ese entonces), en sus ataques “de pánico, fobias, intensas depresiones” que finalmente lo terminaron recluyendo en un hospital siquiátrico, lugar del que posteriormente salió fortalecido pudiendo testimoniar su vivencia en “Garden...”.
“Garden...” no sólo es una novela, es una crónica que desviste la enfermedad de la juventud estadounidense de fines de los 80’s y comienzos de los 90’s (¿y porque no nos proyectamos confianzudamente a toda la sociedad gringa?) con una escritura que, así como los beat escribían al ritmo del jazz, tiene ritmo de thrash, punk, grunge o la mezcla de todo aquello. Y este canto, tal como los estilos mencionados, es un grito desesperado ante la incertidumbre de como afrontar la realidad, de como enfrentar nuestro tránsito (cada vez más traumático) al mundo de la “adultez” y las “responsabilidades” con las mínimas armas que la misma sociedad no entrega para vivir en ella.Rick Moody forma parte de una nueva cuadrilla de la literatura norteamericana que no tiene un nombre claramente autodefinido, aunque en ese sentido Rodrigo Fresán entrega un concepto que me parece, aparte de curioso en sí, acertado: una camada de “freak-barrocos”, que merecen de sobra ser atendidos, reflexionados y en el caso de “Garden...” comparados con nuestra propia realidad y en este ejercicio a lo mejor encontramos sutiles, y a la vez desafortunadas, coincidencias.
Freddy

Esto comienza gracias a los libros... para todos tu solo


Nada más, comentarios cortos sobre libros que nos gustan...Nos vemos.